jueves, 22 de noviembre de 2018

A Cristina, el juez Casanello le dictó la falta de mérito porque no encontró nada

La declaración de Federico Elaskar “Me llenaron la cabeza” Por Raúl Kollmann “A mí, Luis Barrionuevo y Jorge Lanata me llenaron la cabeza diciéndome que Lázaro Báez me quería matar. Y como yo creía que Báez me debía cuatro millones de dólares, pensé que era cierto que me quería matar. Yo tenía 25 años y acepté decir en televisión lo que ellos me dijeron que dijera. Fue una operación política contra el gobierno de Cristina, porque querían instalar que el dinero era del kirchnerismo.” Las palabras de Federico Elaskar, ex dueño de la financiera SGI, fueron parte de la feroz declaración con la que se defendió ayer durante el juicio por lavado de dinero que tiene como principal acusado al constructor santacruceño. Elaskar dijo que constituyó SGI en base a dinero que heredó de su padre, que realizaba operaciones con las principales empresas del país, que auspició el Abierto de Tenis y que no cometió ningún ilícito. “Esta es una causa contra la ex presidenta. El juez Sebastián Casanello dijo que ella no tiene relación con el lavado de dinero ni con la plata de SGI, pero está todo armado y la Sala II de la Cámara Federal la va a cocinar”. Elaskar fue el dueño de la financiera SGI, que la prensa opositora denominó La Rosadita, instalando que realizaba operaciones con el gobierno kirchnerista. La realidad es que grandes empresas, entre ellas Garbarino, Iecsa –del primero del presidente– operaban en esa financiera, que era una sociedad anónima legal. Es más, Elaskar estaba tratando de que se convirtiera en un banco. Ayer, en su declaración, y de forma extensa, Elaskar explicó el origen del dinero con el que fundó SGI, básicamente a partir de la plata heredada de su padre. Hubo una larga explicación sobre la fortuna y los negocios de Elaskar padre. Además, quedó claro que el video donde aparecen Martín Báez y Pérez Gadín, en SGI, contando 5.100.000 dólares fue grabado en 2012, cuando Elaskar no era dueño de la financiera y vivía en Estados Unidos. Según Báez, el dinero provenía de la venta del loteo y venta de terrenos que le compró al colegio Northlands en Tortuguitas. Dos años antes, en 2010 se produjo la oferta de compra de SGI por parte de Helvetic, con Báez detrás. El constructor se quedaba con la financiera por unos nueve millones de dólares. A Elaskar le pagaron la mitad y le quedaron debiendo la otra mitad. Ahí radica el centro del conflicto: en la desesperación de Elaskar por cobrar ese dinero. Hoy en día el financista cree que no fue Báez el que lo estafó, sino dos de sus allegados: Daniel Pérez Gadin y César Fernández. “Ellos me apretaban diciendo que lo hacían en nombre de Báez –dijo Elaskar–. Me llamaban a las cuatro de la mañana, me mandaban fotos de mi novia entrando o saliendo de su casa. Pérez Gadín me dijo que sus clientes eran peores que los narcos colombianos”. En ese momento, Pérez Gadín, sentado en el banquillo de los acusados sonrió, lo que provocó la furia de Elaskar: “¡no se ría Pérez Gadín!”, le dijo. “A mí me usaron, usaron el miedo, yo tenía 25 años. Yo a Báez ni lo conocí. Era esta gente. Son malos muy malos”. Elaskar sostuvo que Luis Barrionuevo y Jorge Lanata se aprovecharon de su desesperación por cobrar la plata que le debían. “Ellos me llenaron la cabeza diciéndome que Báez me quería matar y por eso acepté decir lo que me proponían en la televisión. Pero enseguida me dí cuenta y les exigí que no pasaran al aire la entrevista. Pero me engañaron y ya no contestaron más el teléfono. Fue una operación política contra el gobierno anterior, instalando que era dinero del kirchnerismo. Era mentira. Y eso sigue hasta ahora. A la ex presidenta, el juez Casanello le dictó la falta de mérito porque no encontró nada que relacione a Cristina con la plata de SGI o en el exterior. Pero ya van a ver, les juego a que la Sala II la cocina (a Cristina Fernández de Kirchner)”, concluyó el financista. “A mí, Luis Barrionuevo y Jorge Lanata me llenaron la cabeza diciéndome que Lázaro Báez me quería matar. Y como yo creía que Báez me debía cuatro millones de dólares, pensé que era cierto que me quería matar. Yo tenía 25 años y acepté decir en televisión lo que ellos me dijeron que dijera. Fue una operación política contra el gobierno de Cristina, porque querían instalar que el dinero era del kirchnerismo.” Las palabras de Federico Elaskar, ex dueño de la financiera SGI, fueron parte de la feroz declaración con la que se defendió ayer durante el juicio por lavado de dinero que tiene como principal acusado al constructor santacruceño. Elaskar dijo que constituyó SGI en base a dinero que heredó de su padre, que realizaba operaciones con las principales empresas del país, que auspició el Abierto de Tenis y que no cometió ningún ilícito. “Esta es una causa contra la ex presidenta. El juez Sebastián Casanello dijo que ella no tiene relación con el lavado de dinero ni con la plata de SGI, pero está todo armado y la Sala II de la Cámara Federal la va a cocinar”. Elaskar fue el dueño de la financiera SGI, que la prensa opositora denominó La Rosadita, instalando que realizaba operaciones con el gobierno kirchnerista. La realidad es que grandes empresas, entre ellas Garbarino, Iecsa –del primero del presidente– operaban en esa financiera, que era una sociedad anónima legal. Es más, Elaskar estaba tratando de que se convirtiera en un banco. Ayer, en su declaración, y de forma extensa, Elaskar explicó el origen del dinero con el que fundó SGI, básicamente a partir de la plata heredada de su padre. Hubo una larga explicación sobre la fortuna y los negocios de Elaskar padre. Además, quedó claro que el video donde aparecen Martín Báez y Pérez Gadín, en SGI, contando 5.100.000 dólares fue grabado en 2012, cuando Elaskar no era dueño de la financiera y vivía en Estados Unidos. Según Báez, el dinero provenía de la venta del loteo y venta de terrenos que le compró al colegio Northlands en Tortuguitas. PUBLICIDAD Dos años antes, en 2010 se produjo la oferta de compra de SGI por parte de Helvetic, con Báez detrás. El constructor se quedaba con la financiera por unos nueve millones de dólares. A Elaskar le pagaron la mitad y le quedaron debiendo la otra mitad. Ahí radica el centro del conflicto: en la desesperación de Elaskar por cobrar ese dinero. Hoy en día el financista cree que no fue Báez el que lo estafó, sino dos de sus allegados: Daniel Pérez Gadin y César Fernández. “Ellos me apretaban diciendo que lo hacían en nombre de Báez –dijo Elaskar–. Me llamaban a las cuatro de la mañana, me mandaban fotos de mi novia entrando o saliendo de su casa. Pérez Gadín me dijo que sus clientes eran peores que los narcos colombianos”. En ese momento, Pérez Gadín, sentado en el banquillo de los acusados sonrió, lo que provocó la furia de Elaskar: “¡no se ría Pérez Gadín!”, le dijo. “A mí me usaron, usaron el miedo, yo tenía 25 años. Yo a Báez ni lo conocí. Era esta gente. Son malos muy malos”. Elaskar sostuvo que Luis Barrionuevo y Jorge Lanata se aprovecharon de su desesperación por cobrar la plata que le debían. “Ellos me llenaron la cabeza diciéndome que Báez me quería matar y por eso acepté decir lo que me proponían en la televisión. Pero enseguida me dí cuenta y les exigí que no pasaran al aire la entrevista. Pero me engañaron y ya no contestaron más el teléfono. Fue una operación política contra el gobierno anterior, instalando que era dinero del kirchnerismo. Era mentira. Y eso sigue hasta ahora. A la ex presidenta, el juez Casanello le dictó la falta de mérito porque no encontró nada que relacione a Cristina con la plata de SGI o en el exterior. Pero ya van a ver, les juego a que la Sala II la cocina (a Cristina Fernández de Kirchner)”, concluyó el financista. Como se sabe, tanto la fiscalía, como la Oficina Anticorrupción, la Unidad de Información Financiera y la AFIP insisten en involucrar a la ex presidenta con el dinero de Lázaro Báez. Pero el juez Casanello hizo un detallado análisis de los fondos que encontró y en todos los casos, en todas las sociedades y cuentas aparecen los cuatro hijos de Báez como beneficiarios. Incluso el constructor redactó en 2009 un testamento en el que nada queda en la oscuridad: todos sus bienes, hasta su principal empresa, Austral Construcciones, debían conformar un fideicomiso con los cuatro hijos y su esposa como únicos herederos.

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